Decreciendo sobre ruedas

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Participar en Ecotopia biketour es una formidable aventura personal y colectiva no exenta de múltiples y variados riesgos. Si uno no sabe mantener el sutil equilibrio entre las dos ruedas de su bicicleta podría verse obligado al descanso forzoso durante unos días e incluso a abandonar definitivamente su soñado viaje. El riesgo aumenta cuando uno se hace cargo del entrañable y viejo remolque lleno de utensilios de cocina, avena para el porridge matinal, cereales, frutos secos y verduras varias para las próximas comidas. Esto es lo que le pasó hace unos días a uno de nuestros compañeros cuando descendía por un camino pedregoso, aunque todos esperamos que vuelva muy pronto a retomar los pedales.

Yo tampoco supe mantener mi equilibrio volviendo de una inofensiva visita a Vilanova d’Anoia, el pueblo donde se encuentra ca l’Afou, y ahora tendré que continuar esta aventura en la distancia de mi ordenador personal, reposando mis piernas durante el caluroso verano que me espera en Barcelona.

Pero el auténtico riesgo de esta aventura es más bien de orden psicológico, especialmente para los que estamos empezando el tránsito de una vida aún relativamente convencional o “bourgeoise” hacia un proceso de decrecimiento personal, pues nos obliga a abandonar nuestra zona de confort. En el biketour no se teoriza sobre el decrecimiento sino que se vive en propia carne y en todo momento. Viajar de esta manera implica grandes dosis de esfuerzo, entrega, compromiso, compañerismo, consenso y aprender a fluir y a vivir en comunidad. No es fácil desenvolverse en una comunidad tan mutante y orgánica como esta, formada por personas que a penas se conocen y que provienen de distintos países y culturas; que acoge y despide cada día a nuevos o a viejos participantes; que se organiza horizontalmente mediante el consenso y que reparte sus múltiples tareas y obligaciones de forma completamente voluntaria. Sólo la formidable calidad humana, la generosidad infinita y la inteligencia colectiva del grupo hacen posible que mantengamos la armonía de un proyecto siempre en precario equilibrio, expuesto a todo tipo de contratiempos o a potenciales conflictos (hace poco, por dos días de diferencia, escapamos del fuego que arrasó el norte de Cataluña y que quemó algunos de los parajes que apenas habíamos dejado atrás).

La recompensa por todos estos riesgos son la sensación de coherencia y de libertad personal. Y la alegría y la magia que revolotea permanentemente a nuestro alrededor. Justamente lo que le falta al mundo gris que nos rodea, empeñado en la búsqueda del confort y la seguridad material pero desconectado de lo más esencial y de lo que nos hace verdaderamente felices y humanos.

A pesar de haber abandonado a mi tribu eco-utópica, que se aleja de tierras catalanas con rumbo firme hacia los Alpes, seguiré mi camino de decrecimiento con el corazón palpitante y agradecido, soñando con participar con energía renovada en el Biketour 2013.

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